sábado, 21 de febrero de 2009




Persistente Milk
Alicia Rodríguez Ortiz



Persevera Harvey Milk en su lucha por defender y proclamar a lo largo de su corta vida y breve carrera política los derechos y libertades del colectivo gay, en un camino que como de costumbre, se ve obstaculizado por antagonistas conservadores que imposibilitan su meta. La tenacidad es la actitud que prevalece en el protagonista a lo largo del film, y el valor de los ideales es el mensaje que se transmite a lo largo de Mi Nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008).

La historia se desarrolla en el San Francisco de los setenta, con una puesta en escena que recrea el contexto social del momento y una cuidada estética fotográfica, que roza en algunos momentos lo documental. Allí abre Harvey su tienda, concretamente en el Castro, barrio convertido en poco tiempo en el lugar de encuentro de cientos de activistas gays que reclaman sus libertades, buscando soluciones progresistas para combatir las actitudes intransigentes del momento .

Es destacable el empeño, carisma y simpatía de Harvey, interpretado magistralmente por Sean Penn, y sus compañeros, así como el empleo sutil de metáforas visuales, banda sonora y diálogos que prefiguran en algunos casos el devenir del personaje.

“ Tengo 40 años y no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso” anuncia Harvey al comienzo de la historia, y en apenas 10 años y gracias a su persistencia, se convierte en activista, líder y concejal político. Quizás su vida fuese como el género musical que tanto apreciaba: la ópera, con una trama con dificultades, un dulce y efímero momento y un trágico final.


***


Tosca
Ana Carreira Galván



Mi nombre es Harvey Milk (2008) comienza por el principio del fin. Este dramático film narra la historia política de un concejal homosexual que lucha por los derechos de los gays pero, por encima de todo, por la libertad y las minorías. Teniendo como narrador al protagonista, la historia comienza con un diálogo espléndido que presenta el carácter carismático del personaje, consiguiendo con ello, que aún sabiendo su final, emocione.

A pesar de las dos horas de duración, el planteamiento de la película y el uso de imágenes documentales, fotografías, fragmentación de determinadas escenas y una excelente banda sonora, logran un film dinámico que engancha. La magia que atrapó a los seguidores de Milk, la consigue Sean Penn con su sobresaliente actuación; una pena que en los cines españoles no haya la posibilidad de gozar de la versión original.

Sin duda, los momentos de mayor dramatismo están protagonizados por las tres muertes, pero la del protagonista es la más impactante. El director consigue que el espectador se estremezca gracias al empleo de la cámara lenta y a la creación de tensión mediante el sonido único de los disparos. Muy significativos me parecen dos momentos en torno a su muerte, el ascenso por la magnánima escalera blanca del ayuntamiento, lugar donde será asesinado, que podría considerarse como una metáfora de acceso al cielo, y el plano subjetivo de Harvey en el instante anterior a desplomarse, donde se nos muestra el cartel de la ópera de Puccini, Tosca a la que había asistido el protagonista y que trata temas relacionados con la vida del político: la pasión, la violencia, la intriga.

El mensaje que se debería alcanzar con la película es el de la esperanza; esperanza que poseía Harvey Milk cuando afirmó: “Si una bala entra en mi cerebro que destruya las puertas de todos los armarios”.


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