sábado, 21 de febrero de 2009




UN TIEMPO DIFERENTE
Iván García Sosa



Toparte con la indiferencia al salir de la sala de cine, no suele ser habitual cuando se ha visto una buena película. El curioso caso de Benjamin Button (2008) no es un caso a parte, a pesar de que la historia es, cuanto menos, excepcional. En un continuo rodeo sobre la importancia del tiempo, el amor a través de él, y las ilimitadas posibilidades de la psicología humana, la nueva creación de David Fincher gira en torno a un núcleo de pensamientos verbalizados por el protagonista, que hacen que el espectador se plantee no pocas cuestiones.

La historia trata sobre un hombre que nace con las condiciones físicas de un anciano, y que a medida que va creciendo se aproxima hacia la juventud. Su vida está regida por un reloj que camina en sentido contrario a los demás, hecho que posibilitará que su visión sobre el resto de las personas sea hecha desde un prisma completamente distinto.

Técnicamente discreto, el film apuesta de lleno por una historia bien contada, con un guión excelente, que no escatima en detalles, lo que genera un metraje quizás excesivamente largo, aunque bien construido. Con momentos de ternura y otros de sabor amargo, la versatilidad de la narración hace que la mirada del espectador conecte con los distintos matices que ofrecen las etapas vitales del protagonista. A ello contribuye la cuidada producción y el destacado trabajo de interpretación de Brad Pitt, que encarna al extraño Benjamin, eje central de todo el relato.

Una película que merece ser vista, en la que se brinda la oportunidad de andar hacia atrás, y descubrir lo difícil que resulta considerarse diferente, la soledad a la que se estaría avocado, lo lejos que podríamos sentirnos de las personas más cercanas, y el sacrificio que supone vivir un amor que supera las barreras del físico y del tiempo, pero que se condena inevitablemente a la separación, con dos ciclos vitales en líneas divergentes.

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