miércoles, 15 de abril de 2009




Detonación
Nayra Izquierdo Reyes

Años 70, el sonido de estallidos, el resplandor del fuego y el olor a sangre invade Alemania. Bajo el rostro de tres personajes se desarrolla toda una trama socio-política, centrada en la lucha armada del grupo radical R.A.F (Rote Armee Fraktion), en contra del nuevo gobierno alemán y su respaldo al imperialismo americano.

El director Ulli Edel lleva a la pantalla la adaptación del libro "Der Baader Meinhof Komplex" de Stefan Aust, donde se recogen estos hechos, relatados por el ex-redactor jefe del periódico alemán "Der Spiegel".

El inicio de la historia se desarrolla, a partir de las vidas de las dos cabecillas del grupo terrorista: La periodista Ulrike Meinhof, una mujer de gran éxito, casada y con dos hijas, que tras el engaño de su marido, decide marcharse dejando atrás sus escritos; para dedicarse a los manifiestos del grupo, integrándose poco a poco en el entramado del mismo.
La otra cabecilla; Gudrun Ensslin, hija de un pastor de iglesia, con un hijo y un futuro marido, toma la decisión de abandonar toda su vida y dedicarse a luchar por "un mundo mejor", conociendo al que será el tercer personaje principal de la película: Andreas Baader, un rebelde sin causa, descontrolado y radical.
A partir de esta presentación de protagonistas, y de los hechos que detonan el nacimiento del grupo R.A.F (un atentado a el líder del partido socialista, y revueltas universitarias cargadas de una gran represalia policial) se desarrolla con un ritmo cada vez más rápido la historia, dejándose entrever, la degradación cada vez más acentuada de las ideas y actos de estos radicales, acabando con su encierro en prisión y lo que esto conlleva.

La trama se desarrolla entra la acción y el realismo, utilizando para ello recursos del documental. Destacando técnicamente; los insertos de escenas reales, tanto a nivel mundial (el asesinato de Kennedy o la guerra de Vietnam) como de los propios atentados terroristas. La combinación del uso de la cámara en mano, dando un mayor movimiento a la acción y a los personajes, con el uso de la iluminación natural provoca un matiz más real del ambiente de la época. Todo ello, provoca una mayor verosimilitud y una mejor contextualización de la película, dejando que el público se adentre y sitúe más fácilmente en la historia.

Y como no, por último, destacar la magnífica interpretación de los protagonistas, tanto principales como secundarios, que dan un grado bastante alto de frialdad y crueldad en la película, no dejando que el espectador se identifique con ellos, con unos terroristas.
Aún teniendo esta idea presente, no se puede negar que el espectador acabe sintiendo lástima, al ver y asistir, a la degradación, desesperación y la detonación final de los personajes, tanto física como psicológicamente, sintiendo el miedo que fluye en sus miradas al estar frente al fin y sin escapatoria, frente a la muerte y con ello, al entierro de sus ideales.

domingo, 5 de abril de 2009


Ciberespacios
Atteneri Galván Guanche

En una esfera cotidianamente virtual como la que inunda las relaciones sociales de un mundo cada vez más mediatizado, un sólo click será el responsable del azaroso converger de dos personajes al límite… un sólo click: Misántropo busca a misántropa. Materializados en Wilson y Vivian, lograrán trazar una red afectiva tangible -con Los Ángeles como telón de fondo- a través del canto desesperado de sus circunstancias. Una fórmula que podría resultar manida en cuanto a hilo argumental, un clásico “chico conoce a chica y viceversa”, que en este ejercicio fílmico cobra –al menos en la mayor parte de su metraje- una dimensión ajena a las etiquetas de simple comedia romántica independiente.

La comicidad deja paso a la desolación, la ironía colisiona en inquietud. Buscando un beso a medianoche (2008), logra evocar una atmósfera de inesperada espontaneidad en su transcurso. Inevitablemente puesta en relación con la brillante cinta de Linklater, Before Sunrise (1995), toma de ésta el vínculo que se establece entre unos personajes despojados de convencionalismos a la hora de arrojarse a una complicidad desmedida en un marco temporal limitado. Pero lo que en Linklater lograba constituirse como un círculo cerrado de perfecta coherencia y tono, en Buscando un beso de medianoche vemos cómo coexiste una trama bien estructurada junto a un desenlace de índole cuestionable cercano al folletín. No obstante, el carácter meritoriamente imprevisible de su núcleo -poseedor de una narración espontánea y elocuente, así como una bella fotografía en blanco y negro-, no se ve eclipsado completamente por las deficiencias que presenta. Casi una obra maestra si se pasa por alto un paso en falso que sin embargo, lejos de ser como aquellos misántropos del ciberespacio, no puede simplemente suprimirse a golpe de click.



Dolorosa felicidad
Virginia González Mesa

Esta película de la Alemana Doris Dörrie cuenta el sentido del amor, de la vida y de la muerte a través de dos culturas diferentes pero con un punto de unión: el Butoh, una danza que nace en Japón durante el movimiento hippie en este país y muy poco conocido incluso dentro de sus fronteras. Kazau Ono es el maestro del Butoh actualmente e intento mezclar danzas expresionistas alemanas con tipos de danzas japonesas. La directora utiliza esta danza para unir estas culturas a través del impecable papel de Hannelore Elsner (Trudi), una mujer madura, fuerte y provinciana que rechazó el amor a este arte en su juventud por casarse con Rudi (Elmar Wepper) un funcionario maniático que odia todo aquello que se salga de su rutina.
La película se divide claramente en dos tiempos bien diferenciados; el que pasan en Berlín visitando a dos de sus hijos, con un ritmo mucho más rápido que el que usará para narrar la segunda parte que se desarrolla en Tokio, mucho más lento, cauteloso, relajado y con un toque sensual… que nos recuerda a las películas japonesas de Kim- Ki – Duk pero que, viniendo de la mano de una alemana, se hace eterna.


Los cerezos en flor (2008) nos habla sobretodo del amor entre las personas y de lo efímero que éste es a través de una metáfora exquisita, el florecimiento primaveral de los cerezos en Japón, algo realmente bello que dura apenas unos días. Si no vas allí, si no aprovechas la oportunidad cuando se te ofrece, puede que no la vuelvas a tener nunca, al igual que sucede con el amor
La película posee una fotografía perfecta que te transporta de la butaca del cine a Japón y si vamos más allá se puede hasta oler los cerezos al ritmo de una música escogida de forma muy acertada. Un filme lleno de detalles y colorido pero falto del una temática consolidada, sobretodo en la relación entre los personajes que al final de éste deja al espectador lleno de dudas y buscando porqués.



Recordar el Compás
Nubia Alonso Segura

La guerra nunca ha consistido en una cuestión de heroicidad. Aquellos que sobreviven para contarlo llevan prendidas en el alma las atrocidades vividas y algún que otro secreto inconfesable, gracias al cual todavía respiran.
Los recuerdos no constituyen compartimentos estancos sino que forman parte de un complejo sistema de estructuras que componen nuestra mente. En lo más profundo de ésta, en el inconsciente, es donde se encuentran almacenados instintos y fantasías pero también es en este mismo pozo donde se arrojan las experiencias más desgarradoras, con la esperanza de no recobrarlas jamás.

Tras cuatro años de arduo trabajo, el director y guionista Ari Folman ha logrado llevar a la pantalla Vals con Bachir (2008), un documental animado basado en sus propias experiencias durante la guerra del Líbano como soldado del ejército israelí.
Luego de sus incursiones en el género con trabajos como Comfortably numb (1991) o The Material That Love is Made of, en esta ocasión encara el conflicto palestino-israelí desde una perspectiva formalmente novedosa combinando animación tradicional y Flash, un procedimiento de animación digital de vanguardia por el que sus creadores ni siquiera apostaban para tal fin.

Tanto la textura como la cadencia de las ilustraciones, le confieren un halo de ingenuidad que amortigua la crudeza de los hechos representados. Veinte años después de la matanza en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, Ari se percata de que no recuerda nada de lo acontecido y decide entrevistar a sus compañeros de entonces. Las vivencias narradas en primera persona se enriquecen con visiones oníricas que acunan a cada personaje en su reducto evasivo particular.
El mecanismo de defensa es activado en el mismo momento en que entran en combate pero, pese a los años de formación por causa del estado de excepción permanente, el adiestramiento intensivo y a las “encomendaciones ametralladora en mano” el sistema, por dinámico que sea, se colapsa. Porque no es posible encerrarse en un trastorno disociativo constante, mantenerse al margen contemplando la masacre sin más a través del visor de una cámara ficticia o desde el otro lado del cristal, a miles de kilómetros, en un mullido sillón. Tarde o temprano, la realidad golpea de improviso colmando de una luz siniestra el cielo de una noche tranquila en la que las bengalas, como estrellas fugaces, cayeron sobre la tierra para cumplir los deseos del otro.

Conviene, por tanto, recordar el compás por el que -muerto Bachir Gemayel, el presidente libanés electo-, el Ministro de Defensa Ariel Sharon comunicó a golpe de teléfono a su Primer Ministro Menahem Beguin y al General Amos Yaron, el comienzo de una danza macabra que habría de cobrarse cientos de vidas en apenas 48h. La Solución final palestina como colofón a la Operación Paz para Galilea, en la que el reparto de responsabilidades se hizo “indirectamente” según la dinámica de los círculos concéntricos de información.
Un ritmo de ¾ perfecto, al son del que contoneó la cabeza buena parte de los valedores internacionales mientras unos pocos clamaban al cielo: “Aina al arab!”, ¡Dónde están los árabes!.

V de Viagra
Tamara Chandler Batista

¿Es un documental o un falso documental (mockumentary)? Ésta es la pregunta que nos estamos haciendo durante gran parte del filme. A pesar de ello, se ve claramente como se mezclan escenas que parecen reales, sobre todo las rodadas en la calle, con otras escenas que parecen preparadas o bien controladas en su defecto (algunas entrevistas con sus Ex). Hace que el público se plantee si está viendo un documental real (con todo lo real que puede llegar a ser un documental) o una comedia realista. El que se catalogue a sí mismo como “director independiente” nos da cierta idea de lo que hace: películas con cierto aspecto independiente, cámara en mano, escenarios naturales, etc. Pero también en la trama. Esto también se ve en sus trabajos anteriores: Heavy Metal Jr. (2005) o la serie Fur TV (2004, 2008).

Documenta una terapia personal que empieza al dejarle su última novia y darse cuenta de que todas sus ex-novias han hecho lo mismo. Chris sale en busca de una respuesta para el estado ruinoso de su vida sexual. Para ello entrevista a muchas de sus antiguas novias, algunas reales y otras actrices por razones legales. En esta odisea, descubre un problema psicológico, un problema de “retraso” emocional y un problema físico. Se veía venir desde el inicio que no había superado su relación con Vicky su “grand amour”. En este sentido es un filme bastante predecible, tanto en su relación con Vicky, como en su encuentro con Alex. Prácticamente es su problema con Vicky lo que vertebra el filme, culminando en una auto-evaluación sobre su relación con ésta y superándola para poder continuar con su vida, como hace con su última relación. Para él funciona como una terapia más barata que el Viagra, la acupuntura o dieciocho meses de terapia psicosexual.

Lo peor de todo es que al final lo consigue. Quizá sea el antihéroe mas heroico que exista. En su determinación para “curarse” de su patetismo, hace al espectador sentirse mejor consigo mismo. Chris Waitt se ha creado un personaje antihéroe, convirtiéndose así en otro personaje del underground inglés. Se le podría conocer como “V de Viagra”, ya que se construye un personaje con un problema de base: la disfunción eréctil, que lejos de enmascararla u ocultarla hace como Pelé o Hugh Heffner.

Éste joven director inglés se puede relacionar con otros personajes que desarrollan lo introspectivo y confesional en su cine, Woody Allen o Jim Jarmusch, aunque en un tono más cómico e irreal, aunque también en otras artes como el dibujante de cómics Robert Crumb o el escritor Charles Bukowski.

Luces, cámara, amor
Candela Armas Acosta

Almodóvar abre nuevamente las puertas de su universo particular. Se nos muestra como un director brillante capaz de realizar melodramas sin dejar de lado ese punto de locura que caracteriza todas sus producciones.

Harry Kaine es el apodo de Mateo Blanco, eje conductor de la película. Enamorado de Lena, actriz venida a menos y pareja de Ernesto Martel, un hombre celoso, posesivo y pieza fundamental en la trama. A partir de este trío amoroso se desencadena una historia apasionante con reminiscencias al género negro que, sin embargo, en la catarsis final no está tan desarrollada y el peso de la balanza recae sobre los actores.

Sale así a la luz un filme donde todos y cada uno de los detalles esta cuidados con minuciosidad. No se puede reprochar nada a su puesta en escena, perfecta para diferenciar los dos escenarios principales: Madrid y Lanzarote. De igual modo alabable es el trabajo de dos de las mujeres Almodóvar: Penélope Cruz, más comedida que nunca, y Blanca Portillo. En general la película es un alarde técnico, compositivo y de interpretación que reafirman al director como uno de los mejores de este país.

Desde un segundo plano y de forma subliminal hay un carácter autobiográfico en el largometraje. Almodóvar toma la piel del protagonista para mostrarse ante todo como una director que ama su trabajo. Así como Mateo cierra una etapa de su vida estrenando la verdadera “chicas y maletas”, el director hace un guiño fabuloso a “mujeres al borde de un ataque de nervios” donde entra en escena Carmen Machi quien remata la historia con el carácter ordinario pero orgulloso de toda chica Almodóvar que se precie.

Los abrazos rotos (2009) es una historia de amor truncada por los celos y la envidia, pero también un canto a la superación. Y un guiño de Pedro a aquellos que cuando se encienden las luces y las cámaras aman aquello que hacen.
Famara
Laura C. Fariña Fariña

Contrastes: la esencia de un paisaje polvoriento y desolado, pero al mismo tiempo mágico y enigmático como lo es el de la isla de Lanzarote, se contrapone al ambiente cosmopolita de Madrid, siempre aderezado con una pizca de prisa, de gran ciudad en la que se desarrolla la vida, en el caso de Lena (Penélope Cruz) una vida de la que escapar, huir de un hombre al que no ama y al que sólo le une el agradecimiento de haberla ayudado en una tragedia familiar.

Los abrazos rotos (2009) son los abrazos truncados de una pareja; son la envidia, los celos y la posesión de un amante frustrado. Pedro Almodóvar nos demuestra, al más puro estilo de su cine, que sigue en plena forma con una película que mantiene al público expectante, porque nunca se adivina que puede pasar después. Los giros inesperados que da la cinta son la particularidad de la misma, ya que tan pronto se vive un momento de liberación y sentido común como se asiste a reacciones incomprensibles por parte de los personajes. Todo ello dota esta película de un ritmo y un atractivo que falta muchas veces en las producciones españolas más actuales, más pendientes de emular las realizaciones extranjeras. Esto contribuye a reafirmar a su director en la categoría de un autor que se mueve como pez en el agua en sus trabajos, en los cuales lo da todo de sí mismo.

Los recuerdos son el hilo conductor de la película. Toda ella, regada por una espectacular banda sonora a base de cuerdas donde prima el dulce pero grave sonido del violonchelo, se desarrolla a partir de las amargas evocaciones de Mateo/Brian, un guionista y director de cine que perdió en un accidente de coche la vista, y al amor de su vida. El universo de Almodóvar es aquí, una vez más, de colores chillones y situaciones surrealistas que se mezclan hábilmente con el drama más desgarrador. La culpa, el desencanto y el afán de superación se dan cita en este filme, en el cual seguimos a Mateo en su lucha por enterrar a sus viejos fantasmas entre la arena de la playa de Famara y hacer justicia por su amor, un amor que se huele en el mar del Atlántico, y que vuelve cada verano con la brisa del Alisio.
Mármol griego
Iván García Sosa

Poseer a una persona completamente es imposible, porque las personas no tienen dueño, ni siquiera el amor es un título de propiedad. Tan sólo es un sentimiento del que nunca se sabe muy bien hasta que punto es correspondido, o si obedece a otras circunstancias como el interés o la soledad.

“Los Abrazos Rotos” (2009) es la última película de Pedro Almodóvar. Un drama cotidiano, una historia de amor entre un director de cine y la actriz protagonista de su película, amante de un rico empresario a quien estaba unida por interés, ya que por él pudo atender a su padre enfermo sin recurrir a la prostitución.

En esta ocasión, Almodóvar ha conjugado en una misma cinta un homenaje a la mujer maltratada y al cine dentro del cine. Sin embargo, y a pesar de los continuos guiños a su propia filmografía, como “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, y otras películas emblemáticas como “Persona” de Ingmar Bergman, el filme resulta un tanto frío, falto de emoción. En él se distinguen de forma clara los rasgos estilísticos del director, como una puesta en escena cromática, rica en luz y en color, con planos de detalles muy elocuentes, amplios movimientos de cámara, un montaje inteligente y un trabajo de interpretación impecable.

No faltaron elementos típicos de su cine, como los pasos de tacón alto, los grandes planos-secuencias, una fotografía que engloba a varios personajes, y otros recursos que profundizan en la psicología de ellos, tan bien construidos como siempre. Ingredientes todos ellos a priori convincentes para una gran película, quedándose tan sólo en la segunda línea, en la carencia de emoción, sin una sensación de plenitud. Una obra de arte tan canónica y bien ejecutada como una escultura de Policleto o de Cánova, y a la vez tan insulsa y helada como un mármol griego.

Críticas: "Blindness"


En Blanco
Alicia Rodríguez Ortíz

Los ocasionales fundidos en negro y blanco introducen al espectador en la angustiosa situación de perder la visión repentinamente y sin motivo aparente. Poco a poco y sin ningún problema ocular que justifique la extraña “epidemia” de ceguera, la población se ve contagiada de esta enfermedad inusual, entrando con ello en un caos físico y espiritual.

Basada en la obra de Saramago, A ciegas (2008), centra su atención en el primer grupo afectado por esta extraña enfermedad. Diferentes personajes, aparentemente sin nada en común, se ven recluidos en cuarentena a la espera de la solución del problema. Aislados, olvidados, hambrientos y sumidos en un mar blanco del que no pueden escapar, se ven inmersos en una situación totalmente desconocida y autárquica en donde no importan los nombres, profesiones o estratos sociales que desempeñaban, lo importante es salir de esa situación.

A través de un lenguaje visual cargado de primeros planos, imágenes desenfocadas y ausencias de color, se intenta transmitir al espectador la sensación que viven los protagonistas, traspasando fuera de la pantalla el ambiente de terror y desconcierto en el que se encuentran los personajes. Es destacable de igual manera, el desarrollo rítmico con el que dota Fernando Meirelles al film, ajustándose fielmente y en dos horas al texto modelo.

Paradójicamente, la única persona que no logra perder la visión es la esposa de un oculista que por el contrario sí lo ha hecho, la cual, a pesar de contar con el anhelo de los demás, se encuentra sin rumbo, en blanco ante la desconcertante situación, convirtiéndose, irónicamente en guía de los demás.
Ceguera voluntaria
Mirosely Zamora Gutierrez

A ciegas (2009) un filme basado en la novela de José Saramago “Ensayo sobre una Ceguera”, nos adentra en una sociedad que, sin saber el porqué, progresivamente va perdiendo la visión, produciéndose un desconcierto generalizado.

Ante lo desconocido el confinamiento de las masas en una especie de campo de concentración, donde todas las reglas “morales correctas” van paulatinamente desapareciendo consecuencia de la desesperación, del no saber que hacer, de la pérdida del control. Como resultado el caos total.
La película nos representa magistralmente a un colectivo y no a un individuo. Aunque algunos personajes despuntan como protagonistas, nunca se ahonda en su psiquis personal sino en una unidad social reflejada, en este caso, en un pequeño núcleo de habitantes enclaustrados y llevados a los limites de su realidad habitual.

Técnicamente, el largometraje, nos hipnotiza con colores como el azul y el gris; con escenas borrosas y otras en las que la oscuridad o una intensa luz blanca nos hace forzar la vista para distinguir las imágenes. Nosotros también nos estamos quedando ciegos.
El único personaje de la película que ve (interpretado por Julianne Moore) lo podríamos considerar como el reflejo de nuestro subconsciente; nos muestra a lo que puede llegar una sociedad que voluntariamente se venda los ojos. Padecemos de una grave enfermedad y que carecemos de cura. Sufrimos una ceguera voluntaria; no vemos, pero tampoco somos vistos.
Blanco sobre blanco
Vanessa Rosa Serafín

Quedarse en blanco. Tropezar con el bordillo de la acera. Extender las manos en el vacío. Sentir que la desorientación lo inunda todo.

En un mundo ciego, y a ciegas, conservar la visión se convierte de bendición a castigo. No es más que un camino solitario en el que el aislamiento está garantizado. El mundo ya no es el mundo, el hombre ya no es hombre. Ni le importa. Sin visión no hay horror. Así la sufrida protagonista es el único testigo de la degradación humana. La vista perdida se proclama como metáfora del orden, la limpieza y la moral. Cuando todo esto desaparece los instintos más bajos del ser humano afloran como la maleza. Ya lo reflejó con la misma crudeza Meirelles en Ciudad de Dios. La desesperación atrapa al espectador desde el comienzo, tal y como si se tratase de esta repentina epidemia. Hasta las imágenes religiosas tapan sus ojos inciertos ante el drama.

De forma horrible se expresa la impotencia, la vida entre luces y sombras, a través de los planos subjetivos, en los que reina el sonido y la congoja a partes iguales. Geniales son algunos detalles, como la referencia a Stevie Wonder, o la sugerente paradoja del ciego disparando, cámara fotográfica en mano.

La importancia de esta reflexión no radica en lo que sucede cuando la sociedad se sume de lleno en el caos, las acciones deplorables de las que es capaz el ser humano, sino en el hecho de que el espectador se solidariza con la protagonista, porque sólo ellos pueden ver el espanto. Sin marcar esta diferencia que se antoja casi como la frontera entre el bien y el mal, entre en cielo e infierno, entre luz y sombra, no existe película, no hay historia que contar. Julianne Moore es el único anclaje con la realidad perdida. Sólo cuando ésta se recupera, simbolizada con el hogar, la seguridad, y los valores como el amor y el reencuentro, puede la ceguera evaporarse; tan inesperadamente como llegó.

A ciegas (2008) es una experiencia en la que el espectador se encuentra como atrapado en una obra de Malevich, la filosofía de Saramago y la dura poesía de Meirelles. Es ese el mismo espectador que, al encenderse las luces de la sala, respira aliviado luciendo una media sonrisa, y ladea su mirada reconociendo al desconocido compañero de butaca.

domingo, 22 de marzo de 2009






Las grapas duelen menos
Iván García Sosa

El público llenando el pabellón, la euforia, las luces en el ring, un pasillo vacío, nervios, unas cortinas que se abren, aplausos, gritos... y a luchar. La imagen del éxito pero también de la decadencia, la vieja gloria alcanzada en portadas del pasado, y la miseria y soledad halladas en el presente. El Luchador (2008) es una película de antítesis, de sustantivos contrarios, de sentimientos encontrados.

La nueva creación de Darren Aronofsky es un drama ambientado en la carrera de Randy “The Ram”, un luchador libre profesional, que tras el éxito entra en franco declive. Sufre un infarto que le obliga a abandonar la competición e intenta reconducir su vida, recuperando la relación con su hija y coqueteando con una prostituta y stripper. Ésta se siente identificada con él porque su juventud y belleza también han pasado, aunque ella, a diferencia de Randy, si es capaz de darle una salida a su vida.

Un film que nada tiene que ver con el resto de la filmografía del director, ya que después de la fantasía romántico-alucinatoria de “La Fuente de la Vida” (2006), apuesta ahora por una historia de escenarios realistas, con una puesta en escena casi de documental, que muestra la violencia sin tapujos, la carne viva, las grapas incrustadas, y la cámara al hombro para mostrar los golpes en primeros planos casi subjetivos, muy movidos, a veces en exceso. Con la misma forma de hacer, muestra su vida diaria, su pobreza que raya en desidia, el vértigo de alguien que ve el ocaso llegar y no tiene la madurez mental y ni la fuerza de aceptarlo.

Estética y técnicamente la película es muy coherente, tratando las escenas de un modo que puede recordar a los postulados del Dogma 95. Un personaje que es capaz de hacernos comprender su ansiedad y desesperación, el clavo ardiendo que para él representa su carrera. Un universo de drogas, músculos, sexo de pago, alcohol, lágrimas, golpes y soledad. Un callejón cuya única salida es luchar y saltar sobre un cuadrado rodeado de cuerdas. Una batalla que es un bálsamo comparado con el dolor que le produce su verdadera lucha, la interior.




Pura Sangre

Laura C. Fariña Fariña



Las luces se encienden, el público enloquece, la sangre está a punto de comenzar a brotar; ante nuestros ojos, dos rings: por un lado, el de la trucada y corrompida lucha libre, con su rastro de sangre, sus inmolaciones personales y sus sacrificios, tanto corporales como mentales; y, por otro lado, el ring de la propia vida: una vida vacía, carente de todo sentido más allá de los puñetazos y el endiosamiento al que un luchador puede llegar.

Todo esto es El Luchador (2008) de Darren Aronofsky. Con Mickey Rourke en el papel de su vida, el espectador se adentra en las miserias personales de un personaje con el que siente una empatía poco usual en otros filmes, tal vez porque el propio actor pone demasiado de sí mismo en este juguete roto venido a menos que es (“llámeme”) Randy “The Ram” Robinson, un personaje nada maniqueo, que puede parecer una bestia en algunas de sus acciones pero que, al mismo tiempo, es tan humano como los demás: necesita ganar dinero, aunque sea en trabajos de poca monta, necesita del amor de su familia, e incluso del amor más puro que puede ofrecerle una stripper frustrada (Marisa Tomei) que podríamos considerar el equivalente a Randy en femenino. Pero lo más llamativo de Randy es que necesita más de lo que está acabando con él: la lucha libre, el lugar donde se siente alguien y donde todo el mundo lo quiere, porque el público, como él bien dice, es su familia.

La película, narrada en estilo directo, cámara en mano, representa los vaivenes de la vida, y, sobre todo, el dolor de un corazón roto (en todos los sentidos) que necesita ser reparado. Es curioso como utilizando una serie de tópicos (el padre intentando recuperar a su hija, el enamoramiento “Bella – Bestia”, etc.) se puede llegar a crear una cinta tan brillante. Todo ello es gracias a la mano de Aronofsky, que da su propia visión sobre temas tan manidos como los mencionados, desde un prisma realista, crudo y devastador que cala hondo en el espectador. Este, por un momento, se olvida de su existencia y se mimetiza con “El cordero”, en apariencia un amasijo de músculo, pero que también tiene un corazón agotado porque, como acertadamente escribe Beatriz Maldivia en su crítica sobre esta película: “Hasta los golpes falsos duelen”.
RANDY VS THE RAM
Nayra Izquierdo Reyes

El gran tumulto de espectadores estalla en euforia mientras los contrincantes avanzan hacia el ring, a un lado de las cuerdas; el éxito y la gloria, el personaje del luchador victorioso y triunfante, al otro lado; el rival decrépito, acabado y vulnerable.

El luchador (2008) de Darren Aronofsky, plasma esta idea a través de la historia de Randy, un exitoso profesional de la lucha libre conocido como "The Ram", que, tras el declive de su carrera, sufre un infarto que le obliga a retirarse. En ese instante toma la decisión de reconducir su vida; buscando un nuevo empleo, intentando reconciliarse con su hija e incluso enamorándose de la que será su igual femenino en el film, una stripper que se encuentra en el comienzo del declive de su profesión, al ganar edad y perder belleza.

El director, por medio de la cámara subjetiva y el uso de dos ritmos que se alternan según las escenas, consigue que el espectador se meta de lleno en la piel del protagonista.
Cabe destacar también en este aspecto, la magnífica elección de Mickey Rourke para este papel. Sin duda, sin su interpretación, el personaje no tendría ese matiz tan real, ya que de alguna manera se plasma la propia historia del actor a través del protagonista de la película.

Con el uso de la estética realista y sin censuras de ningún tipo, se muestra la gran lucha interior que se desata, entre los dos personajes que conviven en el protagonista: fuera del ring, Randy y dentro "The Ram". Dos personajes que hacen que el público reflexione sobre la vida del espectáculo y el mundo que lo rodea, sobre las dos caras de la moneda de la fama y el éxito. Como alguien que cree tenerlo todo tras haber conseguido el estrellato, se ve sumergido, después de tocar fondo, en la desesperación por encontrar una salida a su dolor y soledad, donde el único camino final será retornar al mismo pasado que se desea abandonar.

martes, 17 de marzo de 2009

Crítica: Gran Torino


Políticamente incorrecto
Virginia González mesa

Los cinco primeros minutos de Gran Torino (2009) pueden presentarse como la típica cinta americana de serie B que habla de conflictos familiares y entretienen los sábados en la sobremesa, pero cuidado, el último largometraje de Eastwood, que dirige, produce y protagoniza es mucho más que eso y mucho más que un conflicto de raza en el que se mete el héroe americano de turno para salvarlos a todos. En realidad, es una muy inteligente sátira a todo ello, aderezado con un humor que no puede ser más acertado.

Este filme va mucho más allá, nos habla, sobretodo, de la vida y de la muerte, de los valores de la sociedad actual, de las relaciones familiares o, mejor dicho, de las no relaciones familiares, de las diferencias culturales y de sus choques y porqués, sobretodo de sus porqués.
Para ello desarrolla la trama en un barrio de clase media situado en el medio Oeste de los EE.UU. donde se asienta una comunidad Wong (etnia de Laos y Corea, entre otros lugares). A través de la figura de dos jóvenes descubriremos el por qué de cómo actúa un Eastwood que se nos presenta como un abuelo cascarrabias y maniático, viudo recientemente, que no conoce a sus hijos ni estos a él y cómo pasa de odiar a sus vecinos a convertirse en su propia familia a partir de una serie de sucesos que le ocurren a los jóvenes Wong. Entre todos ellos, se mezclan personajes como el del barbero y sobretodo el del sacerdote que, serán claves a la hora de dar sentido al conjunto del filme.

Es un largometraje sin grandes decorados ni vestuarios, de pocos escenarios y pocos actores y del uso de acertados planos. Podría calificarse como sobria en cuanto a su producción pero sin menospreciarla bajo ningún concepto y muy rica en cuanto a su contenido, de esas películas para ver dos veces para captar aún más detalles. Y para quedarnos con una frase: “Más sabe el sabio por viejo que por sabio”.

Críticas: La teta asustada


Florecer
Nubia Alonso Segura

Los caminos hacia la democracia renovada son inescrutables. Más aún si, en la pugna por encabezar la marcha, el puñado de iluminados se toca de clarividencia y siembra de tinieblas donde se prometían haces de luz.
No es posible poner rostro al culpable. En la época del terrorismo en Ayacucho cada cual hizo lo propio, bien lo sabe Fausta.

Militares y senderistas llevaron a cabo un fuego cruzado que sesgó miles de vidas, marcando además la existencia de las generaciones venideras. La teta asustada (2008), el título del filme, hace referencia al mal que padece la protagonista. El suyo es un pavor heredado: una herida abierta antes de nacer.

Tras su ópera prima -Madeinusa (2006)-, Claudia Llosa supera en esta coproducción hispano-peruana el pintoresquismo maniqueo inicial y se abandona a la parquedad narrativa.
Fausta se ha introducido en una papa en la vagina convencida de que así detendrá a los "asquerosos" que osen abusar de ella. El retrato costumbrista se deforma mediante un prisma de autoría para convertirse al realismo mágico.

Tiempo y espacio desdibujan sus marcos y nos devuelven el reflejo de un dolor interior al modo del coreano Kim Ki-Duk; sin embargo, el espectro termina perdiendo intensidad en el autismo de su desgarro.
Abunda la poética visual que se mece en la lengua materna para calmar la asfixia vital. El entramado sincrético se canaliza mediante postales que susurran al espectador la complejidad de un sustrato cultural que, como ayer, persiste en tomar de la tierra la fuerza necesaria para brotar y florecer.

Vida y muerte caminan por el extrarradio polvoriento hasta las entrañas de Lima, donde desfallecen los mitos. Allí, una cerca automática recuerda la preeminencia de la vergonzosa fractura social peruana, en la que las "sirenas de Sierra" continúan absortas contando quinua sin percatarse siquiera de que los músicos, una vez más, han huido con su don mientras reiteran aparatosas reverencias desde la escena europea.
Raíces Maternas
Alicia Rodríguez Ortíz

Entre cánticos, fiestas, temor y sufrimiento desarrolla Claudia Llosa su segundo film:
La Teta asustada (2008), que se abre con el trágico y agonizante cántico en quechua de una madre que narra su violación mientras está embarazada de Fausta, a la cual, le transmite a través de la leche materna una extraña enfermedad no reconocida por los médicos, pero sí socialmente. Fausta, protagonista absoluta de la historia, conseguirá arrancar sus raíces internas y físicas que tanto daño le causan gracias a la ayuda de un amigo que casualmente es jardinero.

La película, ambientada en Perú, centra su atención en expresar la angustiosa vida de Fausta, que vive, o más bien sobrevive, con el temor y desconfianza de que le ocurra lo mismo que a su madre. La protagonista, a pesar de vivir rodeada de bodas y festejos no logra encontrar alivio a su dolor interior causado por el miedo a ser violada, lo que le lleva a introducirse una papa en la vagina. Únicamente a través de sus cantos y letras logrará exteriorizar y apaciguar momentáneamente su trágico sufrimiento.

Las particularidades y vivencias de Perú, son expuestas a través de una peculiar recreación del contexto social. En ella, se contrapone la visión del Perú humilde y rural, divergente del ambiente burgués que no permanece inmune a las inseguridades y temores existenciales. Del mismo modo, habría que destacar el papel de Magaly Solier, ya que interpreta de manera muy satisfactoria a Fausta, un personaje que a través de sus secretos y miradas expresa más que lo contado verbalmente.

Curiosamente, la intensa lucha de Fausta por despojarse de su nefasta herencia materna causante de todos sus males, no es conseguida hasta que logra sacar de raíz sus problemas tanto físicos como internos.

Tránsitos
Atteneri Galván Guanche

El viaje de Fausta ha comenzado. Poco a poco – y siguiendo la idea de la paciente recomposición de un collar de perlas presentado a lo largo del metraje-, la protagonista se verá envuelta en un proceso de maduración, autoexploración y aceptación de su circunstancia vital.

La teta asustada (2008) es pues, una cinta reveladora de vida en su estado puro, pero entendida como resurgimiento a partir de una muerte. Arrancando con un plano sobrecogedor del lamento hecho melodía de una madre que ha sufrido los horrores de una guerra, la película se introducirá de lleno en la realidad de Fausta: su existencia reflejada en un espejo de temores inclementes, ásperos. Tan áspero como el elemento ajeno a su ser que ha introducido como escudo a un mundo que se le antoja bárbaro y feroz. Su viaje físico se entenderá en los parámetros de la necesidad de enterrar a su madre allá donde procede; su viaje hacia la libertad y superación se ajustará al concepto de extirpación de aquello que ella estimará como defensa, pero que sólo actuaría como astilla punzante y reiteración de su recelo.

La meta del tránsito de Fausta experimentará, por tanto, una dualidad significativa: se convertirá no sólo en el digno adiós a una madre doliente, sino también en la propia toma de consciencia de sí misma. A través de primeros planos de los ojos de la protagonista cargados de expresividad emotiva, de bellas composiciones visuales casi rozando lo poético, así como de la conjunción de episodios de estallidos melódicos seguidos de los silencios más elocuentes, la cinta se irá articulando en un notable ejercicio de armonización entre forma y contenido. La joven que no pudiera caminar sin la compañía amiga en un mundo a sus ojos salvaje, verá florecer su identidad tras la redención de la sombra de sus pesares. Un tránsito hacia la liberación. Poco a poco…y perla a perla.

Margaritas
Ana Carreira Galbán

Volver. Esa es la sensación que permanece cuando los títulos de crédito comienzan a caer en la oscuridad. Durante noventa y cuatro minutos la vida queda evidenciada en la pantalla. No, el público no padece La teta asustada (2009), pero las emociones son tan reales y cotidianas que por un momento así lo parece.

Este filme es el reflejo directo y sin escrúpulos del miedo, pero llevado al límite. Fausta posee la enfermedad de la teta asustada. El pánico que sintió su madre durante el embarazo y la lactancia se apropiaron de su ser y de su esencia, hasta tal punto, que se introduce una papa en la vagina por miedo a ser violada.

Las miradas de la protagonista, acompañadas de una magistral interpretación de Magaly Solier, ocupan un punto fundamental de la obra, ya que a través de ellas el público ve reflejadas sus emociones. La mirada posee el don de tocar y atrapar algo que las manos no pueden: el alma; y es el empleo soberbio de los planos lo que conduce a ello, tal y como concibe Balzac su descriptiva prosa.

Cuando se siente miedo se intenta escapar de él. Permanecer eternamente arropada por un muro simula la protección, pero serán las perlas las baldosas que conformarán el camino de Fausta en su huída y símbolo de la protección de las fuerzas negativas.

La vida es elección. Entre jazmines y demás flores preciosas, la protagonista escoge las margaritas, encarnación de las personas que precisan consuelo, naturaleza del ser humano.

lunes, 16 de marzo de 2009

Críticas: "Watchmen"


Gatillazo
Candela Armas Acosta

En los últimos años los superhéroes han tenido un gran tirón en el cine: Batman, Spiderman, x-Men, y un largo etc. Pero quizás a sabiendas de eso los directores ya no se esfuercen por hacer buenas adaptaciones. The Spirit fue el principio del fin de este tipo de producciones, y lo corrobora The Watchmen (2008). En principio prometía, pero no cumplió. En esta ocasión, salvo la ambientación y la música, todo es susceptible de ser olvidado como los originales enmascarados.

Comienza con el genial asesinato del comediante, primera y última gran escena de la película; difícil de imaginar si se tiene en cuenta que por delante quedan aproximadamente 160 minutos.

Es la década de los 80 y en plena Guerra Fría se va a desencadenar una guerra nuclear. En este contexto aparece esta nueva generación de vigilantes. Son unos auténticos antihéroes a los que nadie debería de dejar la salvación del mundo en sus manos. Por otro lado el malo es en el fondo una Teresa de Calcuta en busca de la paz y las escasas peleas son una copia de 300. No cabe duda de que no son los esculturales hombres de Leonidas, salvo una excepción: El Dr. Manhattan. Él sí es un superhéroe de verdad capaz de transformar la materia. También prometía y tampoco cumplió, resultó ser una versión sobrenatural de un hippie que se retira a Marte en busca de un mundo mejor.

Incapaz de darle unidad al conjunto de escenas, el director Zack Snyder va a lo fácil y para llamar la atención del público, juega con escenas eróticas y sexo explícito, al mismo tiempo que inverosímil. Lo peor es el matiz de culebrón venezolano que desvela los verdaderos orígenes de la protagonista Silo Spectre.

En definitiva se echa de menos todos aquellos componentes claves para hacer una buena película de superhéroes: superpoderes. Trajes, capas y armas fantásticas. Peleas. Acción. Una batalla que deje sin aliento y un malo malísimo que muera. Un final que nos haga esperar una próxima entrega.


Electricidad estática
Tamara Chandler Batista

Si el movimiento se distinguiese por caminar, Watchmen (2009) lo haría por ir a gatas. Técnicamente destaca en casi todo, desde la fotografía, los efectos especiales y la iluminación, hasta los ángulos cenitales y a vista de gusano. Pero falla a la hora de desarrollar la historia. Muchos caerían en la fácil comparación entre la novela gráfica y el film, pero una película se debe mantener por sí sola, y ésta no lo hace.

Los enmascarados encarnan a los superhéroes, sin poderes, pero muy ágiles y violentos que se ven relegados a meros habitantes de Nueva York por una ley del presidente Nixon, algo que recuerda mucho a Los Increíbles (2004). Se relaciona la historia de los disfrazados con reconocidas obras de arte como La última cena de Da Vinci (1495/97) y la famosa foto de Eisenstaedt, Día V (1945), para situar a los héroes en los puntos de inflexión históricos de la humanidad. El desencadenante de la narración es el asesinato de El Comediante, destapando no sólo una conspiración para acabar con todos los enmascarados, sino una trama de amenaza nuclear contra EEUU (personificado, en este caso, por Rusia, pero que en los periódicos se leía como Afganistán) y todo esto envuelto por los propios problemas “humanos” de los heroicos protagonistas. El Dr Manhattan, el único personaje desarrollado en el film, con poderes sobrehumanos, mantiene el equilibrio entre las dos potencias.

Lo verdaderamente a recalcar de este largometraje, sería el tono totalmente anti-maniqueísta de sus personajes, algo más común en la vida real, y que caracteriza la novela gráfica de Alan Moore. La Banda sonora subraya el ambiente ochentero en que se basa el film, tomando ejemplos tan acertados como 99 Luftballons (1983) de Nena, o tan desacertados como Me and Bobby McGee (1970) de Janis Joplin. Se entiende que es una realidad alternativa, y por ello se tendrá que perdonar los muchos anacronismos que tiene, Nixon entre ellos.

Lo estático del film, más que la electricidad que atraviesa el cuerpo del Dr Manhattan es, el tiempo. La película se ralentiza como las agujas del reloj apocalíptico, haciendo de las escenas infinitas espirales de falsos finales, desembocando en 168 minutos interminables.

Consejo Disciplinario.
Mirosely Zamora Gutierrez

La Clase (2008), basada en el libro “Entre les Murs” de François Bégaudeau (guionista y protagonista de el filme), nos muestra la historia de un profesor de lengua, que tiene que enfrentarse a diario a un grupo de adolescentes conflictivos pero inteligentes que se ven sumergidos en una marginalidad mental y social. En el otro bando un educador que más allá de ser un simple transmisor de conocimientos, se nos plantea como una persona en continua lucha por mantener el control, el poder y el respeto.
Magníficamente rodada a modo de documental, el director Laurent Cantet, no sólo nos muestras la decadencia a la que pueden llegar las aulas de un instituto, sino que nos pone en situación como si fuéramos uno más de los alumnos. Todas las escenas transcurren dentro de la escuela, nunca se nos revela la vida de los estudiantes ni de los profesores fuera de los muros, lo cual te coloca en una situación asfixiante en ocasiones.
Sin necesidad de una banda sonora, y con un ritmo fílmico que para algunos podría resultar monótono, el largometraje te mantiene centrado en el argumento, sobre todo en los personajes, gracias a los movimientos de cámara que constantemente nos muestran los rostros de los mismos y por consiguiente sus emociones.
Al final del camino nos estrellamos con un sistema educativo y disciplinario que tira de la cuerda hasta que no queda más remedio que soltarla para no ser el primero en caer. Esperar hasta que el último recurso sea el de expulsar a un alumno y que otros arreglen el problema que ellos no han podido o querido solucionar. La Clase, no da soluciones, ni enseñanzas, ni metáforas; simplemente plantea una cantidad de problemas, en este caso ambientados en Francia, pero que lamentablemente encontramos en el resto del mundo.


Cierta clase de documental
Vanessa Rosa Serafín

Prohibido traspasar la salida del instituto. Entre la clase, el patio y el despacho de profesores se desarrolla el juego.

Un curso completo entre profesores y alumnos, de forma franca, directa, alejada de tópicos. Según éste va avanzando, se conoce un poco más la amalgama tan variada de jóvenes franceses; el espectador se instala a tiempo completo en una de esas clases de pintura ajada. Se puede recordar el ambiente del instituto, caracterizado por el colorido de las ropas, de los peinados, de las actitudes que representan a cada cual.

Al otro lado, François. Se muestra como un profesor de perfil poco definido, por encima de lo maniqueo, con las ideas claras a favor del alumno; sin embargo ese curso va a evolucionar hacia la pérdida de la paciencia y de su talante positivo, algo por otro lado totalmente comprensible.

Se trata de un filme en el que se concentra todo lo que sucede en cualquier instituto: los perfiles de los profesores, y de los alumnos, los problemas sociales que están detrás de ellos, sus inquietudes, sus miedos, sus recelos, sus reacciones. Lejos del desarrollo usual del cine, La clase (2008) no tiene principio ni fin, ni se dirige hacia un objetivo; lo más cercano a ello es que se encuadra dentro de un curso escolar, que comienza y acaba, como base para el discurso.

A pesar de este acertado retrato del instituto francés, de esa reflexión sobre la enseñanza actual, todo el peso del filme recae sobre el interminable diálogo, sin lugar para una banda sonora que aporte dinamismo.

Con una textura fotográfica cercana al documental; así como una forma de resolver la película a partir de primeros planos, -que producen una sensación de encerramiento desde la perspectiva del alumnado-, provoca que La clase se vaya volviendo cada vez más insufrible a lo largo de las dos horas y ocho minutos que dura la cinta.

Laurent Cantet propone un acercamiento sin tapujos a la variopinta sociedad francesa, ejemplificada en las situaciones y conflictos surgidos por las diversas culturas que se dan cita en el instituto. Una clase, al fin, que es capaz de sumir al público en una acuciante monotonía. Nada más semejante a una auténtica vuelta al instituto. Ya se escucha resonar el timbre de entrada. Literatura. 8:30.

miércoles, 11 de marzo de 2009




UNA SERIE DE DESAFORTUNADAS RESPUESTAS
Tamara Chandler Batista


Al final, todas las películas son iguales. Lo excepcional no es la historia, sino cómo contarla. Danny Boyle, de vuelta al género que le haría famoso, responde de forma brutalmente realista consiguiendo resaltar un audaz contraluz de la sociedad de los slums de Mumbai (Bombay). Slumdog Millionaire relata un camino de ida y vuelta, donde el destino se muestra tan importante como el propio recorrido. Al fin y al cabo cuenta, respondiendo, que el destino es simplemente el fin de todo cuanto se ha andado.

A través de los recuerdos, narra como un slumdog (lo más bajo de la sociedad de India) sin estudios, consigue llegar al famoso programa de T.V ¿Quieres ser Millonario? Y acertar cada pregunta, descubriendo que en sí mismo, se haya la respuesta. El concurso funciona como columna vertebral del guión, saltando de pregunta en pregunta a medida que va desvelando, a través de los flashbacks, el motivo de sus aciertos, introduciéndose en la serie de desafortunadas respuestas que ilustran su supervivencia infantil.

Comprometido con los sonidos nativos desde la música, las calles y el ambiente,... el film brilla de vitalidad sonora. Ya era común oír en sus películas la música electrónica como en Trainspotting (1996), La Playa (2001) o 28 días después (2002). A.R. Rahman fusiona el ambiente puramente europeo con el sensual ritmo Indio de Bollywood. La vitalidad mostrada en el campo de la música encuentra su homónimo en la puesta en escena. Es aquí donde se revela la impronta personal del director. Planos cerrados, cámara en mano
y mucha acción en las diferentes secuencias, recrean el realismo social al que se está tan acostumbrado en el cine inglés. La iluminación oscila entre la naturalidad de los interiores y exteriores diurnos, con la llamativa luz efectista de las tomas nocturnas, si bien es cierto, que en las escenas dedicadas al programa de T.V se sigue el canon propio del mismo.

Si al final es el destino lo que se espera, éste solo se descubrirá a lo largo de la vida, o eso, al menos, es lo que cuenta Jamal.



LOS ZAPATOS DEL PODER

Virginia González Mesa


“El Desafío”, (2008) nos cuenta una historia real de la década de los años 70, de cómo el presidente más polémico de la historia de los EE.UU., Richard Nixon, interpretada por un impecable Frank Langella, se sienta frente a las cámaras de televisión guiadas por un showman televisivo de origen británico, David Frost, impulsador del proyecto de entrevistar al presidente y por el que nadie apostaba. Ni su equipo, ni las cadenas televisivas ni los patrocinadores creían que fuera un digno contrincante para sentarse, tres años después de ser el primer presidente en dimitir de su puesto en la Casablanca, a un presidente aparentemente imbatible.
Nixon se mostrará desafiante, confiado y entero en los dos primeros rodajes de la entrevista pero sucederá algo que dará un giro al desarrollo de la misma y en la última entrevista Frost logrará sacar al Nixon abatido, consciente de sus actos…casi llega a darnos pena ese anciano, más que hacerle sentir culpable se puede ser capaz de llegar a consternarnos.
Ron Howard, director de la película adapta el guión teatral de Peter Morgan para hacer esta gran obra que, más que por su tema, que es lo que aparentemente más interesa del largometraje nos atrapa con un juego de planos bastante rítmico, nos extrae el carácter del personaje a través de ellos y los evidencia con acertados primeros planos y detalle.
A todo esto debemos sumarle una estética setentera sumamente cuidada desde las paredes, pasando por los muebles a la luz ambiente y por supuesto en el vestuario. Además nos deja ver a una sociedad defraudada con la máxima de su país, la democracia, que queda en tela de juicio con los actos de su presidente.
Pero más allá de todo ello pone al mismo nivel a dos personas aparentemente antagónicas, que más que desafiarse revelarán inesperadamente tal y como son y no como aparentan ser. Y como unos simples zapatos pueden significar tanto en la identidad de una persona.

jueves, 26 de febrero de 2009


Fría Odisea
Laura C. Fariña Fariña

“Yo tenía quince años…”; así termina y, perfectamente podría empezar The Reader, de Stephen Daldry, una historia marcada por una elegante y cuidadísima puesta en escena y una historia que no deja indiferente a nadie. Un joven muchacho, Michael Berg, (interpretado magistralmente por un desconocido David Cross) se encarga de llevar el peso de la historia y, cual Odiseo moderno, nos conduce a través de una narración sobre el despertar del amor, del sexo, del acecho de lo prohibido, y todo ello bajo la atenta mirada de una Kate Winslet que nos presenta aquí una de sus mejores interpretaciones como la fría y distante Hanna Schmithz.

A priori la historia promete, por su carga sentimental y por los problemas que aborda, teniendo además como telón de fondo una época conflictiva: la Alemania de Posguerra marcada por la crueldad del Holocausto judío, que no se muestra en (casi) ningún momento, pero que, precisamente por ello, está muy presente. En el intento de no caer en los recursos de la lágrima fácil, la cinta, en muchas ocasiones, aparece envuelta en un ambiente de frialdad extrema, que induce al desencanto, pudiendo advertirse así un cambio importante entre la primera parte y la segunda de la misma (marcadas ambas por cierto juicio), ya que, mientras todas las emociones, el erotismo del primer amor y los cuerpos desnudos que intentan saciar la sed de amor y pasión
se concentran en aquella, en esta el final se precipita sobre nosotros; es este el momento donde la historia pierde toda la carga emocional y se torna apresurada, pero es también cuando Ralph Fiennes (que interpreta a Michael ya en su madurez) se realiza verdaderamente como actor, dándonos la perfecta imagen de una persona desolada, destrozada por dentro por un acontecimiento que ha marcado su vida, convirtiéndose por ello en un hombre frío, triste y desencantado con el mundo y la vida, que ha pasado de actuar como lector a ser el espectador de un drama continuo: el suyo propio.

En definitiva, es esta una historia sobre la huella del primer amor, la vergüenza, el orgullo y, especialmente, sobre la incomunicación entre personas. La química entre la pareja Winslet-Cross (que no, Winslet-Fiennes) es fascinante y emocionante, contraponiéndose en ellos la experiencia y la inocencia, la frialdad y la ilusión, los complejos y la seguridad. Daldry nos invita a reflexionar, a dejar nuestras concepciones maniqueistas y nuestra visión del amor tópico de folletín atrás, para introducirnos en una historia compleja, de múltiples matices y vías de comprensión, que nos confunde y ofrece nuevos puntos de vista. Todo esto es “El Lector”, la historia sobre cómo un Odiseo moderno buscó el camino para llegar a sí mismo, enfrentándose a sus temores, miedos, y de cómo una sirena se interpuso en su camino y le marcó para siempre con su canto.

Reloj invertido
Nayra Izquiedo Reyes

Existe una fortísima corriente dentro del arte y la filosofía occidental que, desde finales del siglo XIX, busca descifrar una de las grandes preocupaciones del hombre moderno: el tiempo. Dentro de los tópicos forjados en ella, la posibilidad de volver atrás en el tiempo, con variantes diversas, ha ocupado una posición importante. El cine, como forma artística, ha recurrido en múltiples ocasiones a este hecho, y, últimamente, El curioso caso de Benjamin Button (2008), del director norteamericano David Fincher, parece estar llamada a adquirir cierta relevancia dentro de esta línea.
A pesar de inspirarse en un relato de Francis Scott Fitzgerald (sólo tangencialmente; su director manifestaba su estupefacción al ver su film nominado al mejor guión adaptado en los Premios Oscar), su originalidad queda fuera de toda duda. Y es que esta narración de la vida de Benjamin Button, hombre aquejado de una extraña enfermedad que le hace rejuvenecer en vez de envejecer, ha captado una posibilidad hasta ahora no vista en la historia del séptimo arte. Este simple vuelco en un aspecto tan natural y cotidiano, aunque tan nuclear, como es el envejecimiento, propicia la aparición de una sobrecogedora reflexión acerca de la vida y la muerte, la edad y la experiencia, el amor y su perpetuación en el tiempo.
Sin embargo, tan atractiva propuesta no podría verse brillantemente realizada sin la elección de un equipo técnico y artístico adecuado. En este aspecto, la actuación de Brad Pitt, actor protagonista en el papel de Benjamin Button, deslumbra por la excelencia con la que ha sabido mezclar los registros interpretativos de distintas edades y momentos vitales de su personaje (un ejemplo claro es la anciana infancia de Benjamín en el asilo, o el romance que vive en Rusia con la mujer de un espía: primera aventura amorosa para él, último desliz para ella), sin hacer perder un atisbo de naturalidad al personaje. Bien es cierto que su trabajo se sustenta en la extraordinaria labor de maquillaje y vestuario –su caracterización roza la perfección-, y sobre el encomiable trabajo tanto en la ambientación –especialmente en escenarios- como en el montaje. Aún así, no hemos de olvidar, como hemos afirmado anteriormente, la importancia del trabajo del actor principal, así como del resto de los artistas, destacando especialmente la delicada actuación de la protagonista femenina Cate Blanchett.
Con tales características, resulta impensable un mal resultado. Y, en efecto, la conclusión de tanto esfuerzo aplicado a un proyecto sobresaliente en su planteamiento será una película destinada a sobrecoger al público y hacerle reflexionar sobre nuestra condición de seres temporales que, marchemos en la dirección que marchemos, estamos abocados a un único destino: la muerte.

sábado, 21 de febrero de 2009




El tercer mosquetero
Nubia Alonso Segura


Bajo las planchas de metal extendidas en los espacios que aún no han sido devorados por la avaricia especulativa, crepita una vida enmarañada y raída, poblada de pícaros y traficantes en la que aún queda resquicio para las pequeñas alegrías. Juhu, un submundo junto al aeropuerto dentro del gran suburbio de Dharavi.

Lo que en principio no era más que un conjunto de relatos recogidos en la novela Q&A de Vikas Swarup, se transforma en una trama absorbente contada a través de sucesivos flashbacks gracias al magnífico trabajo de Simon Beaufoy.

Slumdog millionaire (2008) narra la historia de Jamal Malik, un joven prácticamente analfabeto que participa en el formato indio del conocido programa ¿Quiere ser millonario?, acertando todas y cada una de las preguntas. El “chico del té” será elevado a la categoría de héroe nacional en una catarsis televisiva, pero sólo unos pocos conocen el verdadero secreto de su éxito.

El confesado propósito de Danny Boyle de liberar a sus filmes de la excesiva carga literaria que acusa el cine británico se manifiesta en una potencia visual trepidante. Y, aunque las referencias al mundo de Dickens sean ineludibles, éstas se perciben como un torrente persuasivo y estridente jalonado por la extraordinaria banda sonora a cargo de A.R. Rahman.

Cuando el fantasma de la brutalidad en nombre de Dios amenazaba con seguir dilapidando la poca ingenuidad que restaba se produjo el feliz hallazgo. No era mucho más alta que él y sus ojos desprendían una luz que jamás había visto. Brillaban entre su flequillo mientras corría por el laberinto de chabolas como lo hacían ahora bajo la lluvia, inmóvil y calada hasta los huesos.

La inmensa Bombay apesta, rezuma, se resquebraja pero también llora, ríe y resplandece envuelta en un halo dorado que enjuga sudor y sangre. Es una gran metrópoli en la que todo cambia, nada permanece. Y en este continuo devenir, océano de gentes y circunstancias es difícil mantenerse a flote.

El destino consiste en encajar las piezas de un gran puzzle que aguardan extendidas en un ángulo de la mesa. No importa el orden sino la elección. Es cuestión de comenzar por el perímetro exterior y contar con un compañero de juegos que nos ayude a completar el resto. Un pacto entre mosqueteros.
***
Satiam eva jāyate
“La verdad siempre triunfa”
Mirosely Zamora Gutiérrez


Con la India como telón de fondo nos encontramos con una historia donde el dinero, el amor, la verdad, la mentira, y la miseria humana se funden para crear una gran historia. Jamal, un joven perteneciente a los extractos mas bajos de su sociedad, se presenta a la versión nacional del famoso concurso “¿Quién quiere ser millonario?” en el cual, sorprendentemente, sabe todas las respuestas, pero antes de llegar a la última pregunta es arrestado porque sospechan que ha hecho trampa. Al ser interrogado por la policía se van desvelando, mediante una sucesión de flashbacks, el porque de sus respuestas, lo que ha sido su vida hasta llegar a ese momento y el verdadero motivo de su aparición en el programa. El director, Danny Boyle, va más allá y nos muestra la India que todos sabemos que existe pero que nadie quiere ver; pese a las miserias de este país, vemos a través de los ojos del protagonista que siempre el amor nos deja ver algo de belleza en el infortunado mundo en el que vivimos.

Slumdog Millionaire (2008), historia basada en la novela de Vikas Swarup “¿Quiere ser millonario?”, comienza con un ritmo trepidante que mezclado con la excelente interpretación de actores noveles, una dura crítica social y una forma de narrar la historia, te sumerge de lleno en la misma, y todo esto acompañado con una gran banda sonora que podría ser denominada como una protagonista más dentro del film. A medida que avanza la película este ritmo se va perdiendo llegando a un “final feliz” a través de una especie de catarsis aliviadora. Las miserias de la India se aparcan a un lado y al estilo de Hollywood (o Bollywood) los malos mueren, el chico se vuelve millonario y se queda con el amor de su vida. Como expresa el lema del escudo que representa a la India, la verdad triunfo sobre la mentira y la injusticia. Un triunfo de la verdad que nos aleja de la realidad del hombre que sabía todas las respuestas.



UN TIEMPO DIFERENTE
Iván García Sosa



Toparte con la indiferencia al salir de la sala de cine, no suele ser habitual cuando se ha visto una buena película. El curioso caso de Benjamin Button (2008) no es un caso a parte, a pesar de que la historia es, cuanto menos, excepcional. En un continuo rodeo sobre la importancia del tiempo, el amor a través de él, y las ilimitadas posibilidades de la psicología humana, la nueva creación de David Fincher gira en torno a un núcleo de pensamientos verbalizados por el protagonista, que hacen que el espectador se plantee no pocas cuestiones.

La historia trata sobre un hombre que nace con las condiciones físicas de un anciano, y que a medida que va creciendo se aproxima hacia la juventud. Su vida está regida por un reloj que camina en sentido contrario a los demás, hecho que posibilitará que su visión sobre el resto de las personas sea hecha desde un prisma completamente distinto.

Técnicamente discreto, el film apuesta de lleno por una historia bien contada, con un guión excelente, que no escatima en detalles, lo que genera un metraje quizás excesivamente largo, aunque bien construido. Con momentos de ternura y otros de sabor amargo, la versatilidad de la narración hace que la mirada del espectador conecte con los distintos matices que ofrecen las etapas vitales del protagonista. A ello contribuye la cuidada producción y el destacado trabajo de interpretación de Brad Pitt, que encarna al extraño Benjamin, eje central de todo el relato.

Una película que merece ser vista, en la que se brinda la oportunidad de andar hacia atrás, y descubrir lo difícil que resulta considerarse diferente, la soledad a la que se estaría avocado, lo lejos que podríamos sentirnos de las personas más cercanas, y el sacrificio que supone vivir un amor que supera las barreras del físico y del tiempo, pero que se condena inevitablemente a la separación, con dos ciclos vitales en líneas divergentes.



Un sobrevalorado secreto
Candela Armas Acosta


Crear grandes expectativas lleva muchas veces a la desilusión. The Reader (2008) se presenta con un buen argumento. Un adolescente alemán, Michael, mantiene una aventura en la posguerra con una mujer que le dobla la edad, Hanna y en cada uno de sus encuentros ella le pide que le lea un libro. Por extrañas circunstancias el romance acaba, pero ocho años después se reencuentran en un juicio en el que se la está procesando por su colaboración con el régimen nazi. Entonces el joven comprende porque le pedía que le leyese y de la ruptura: es una mujer analfabeta. A partir de aquí el director plantea un frio y distante debate moral que desencadena una serie de actitudes por ambas partes que no responden a ningún planteamiento previo. Es una reflexión sin emoción y nunca se termina de entender. Lo peor es el final pues se nos presentan los personajes edulcorados y el espectador los termina redimiendo de sus culpas.

Hay numerosas lagunas como el hecho de que está narrada a partir de un flashback injustificado y en la evolución de los personajes hay comportamientos que no parecen coherentes. Para añadir más confusión en los últimos diez minutos cobran importancia otros personajes que han sido irrelevantes hasta el momento y que por tanto no aportan nada a la historia.

Se ha sobrevalorado la película y ésta ni siquiera tiene un mensaje claro. Puede que se trate simplemente de un drama comercial que ha sabido aprovecharse de un buen argumento. El espectador no sabe al salir del cine si se ha enfrentado a una película de amor, a una reflexión sobre la culpa y el perdón o tan sólo a una película sobre los recuerdos que marcan la vida de las personas.
Sin embargo, no todo es negativo. La confusión que producen tantas líneas narrativas no oculta la interpretación de Kate Winslet. Como protagonista, la actriz británica eclipsa al resto de actores y es imposible no mirarla solo a ella en cualquiera de las escenas. Su actuación es clave en los 123 minutos, pero no es suficiente para salvar un film, injustamente alabado como una de las mejores películas del año, que tristemente deja mucho que desear.



Persistente Milk
Alicia Rodríguez Ortiz



Persevera Harvey Milk en su lucha por defender y proclamar a lo largo de su corta vida y breve carrera política los derechos y libertades del colectivo gay, en un camino que como de costumbre, se ve obstaculizado por antagonistas conservadores que imposibilitan su meta. La tenacidad es la actitud que prevalece en el protagonista a lo largo del film, y el valor de los ideales es el mensaje que se transmite a lo largo de Mi Nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008).

La historia se desarrolla en el San Francisco de los setenta, con una puesta en escena que recrea el contexto social del momento y una cuidada estética fotográfica, que roza en algunos momentos lo documental. Allí abre Harvey su tienda, concretamente en el Castro, barrio convertido en poco tiempo en el lugar de encuentro de cientos de activistas gays que reclaman sus libertades, buscando soluciones progresistas para combatir las actitudes intransigentes del momento .

Es destacable el empeño, carisma y simpatía de Harvey, interpretado magistralmente por Sean Penn, y sus compañeros, así como el empleo sutil de metáforas visuales, banda sonora y diálogos que prefiguran en algunos casos el devenir del personaje.

“ Tengo 40 años y no he hecho nada de lo que me sienta orgulloso” anuncia Harvey al comienzo de la historia, y en apenas 10 años y gracias a su persistencia, se convierte en activista, líder y concejal político. Quizás su vida fuese como el género musical que tanto apreciaba: la ópera, con una trama con dificultades, un dulce y efímero momento y un trágico final.


***


Tosca
Ana Carreira Galván



Mi nombre es Harvey Milk (2008) comienza por el principio del fin. Este dramático film narra la historia política de un concejal homosexual que lucha por los derechos de los gays pero, por encima de todo, por la libertad y las minorías. Teniendo como narrador al protagonista, la historia comienza con un diálogo espléndido que presenta el carácter carismático del personaje, consiguiendo con ello, que aún sabiendo su final, emocione.

A pesar de las dos horas de duración, el planteamiento de la película y el uso de imágenes documentales, fotografías, fragmentación de determinadas escenas y una excelente banda sonora, logran un film dinámico que engancha. La magia que atrapó a los seguidores de Milk, la consigue Sean Penn con su sobresaliente actuación; una pena que en los cines españoles no haya la posibilidad de gozar de la versión original.

Sin duda, los momentos de mayor dramatismo están protagonizados por las tres muertes, pero la del protagonista es la más impactante. El director consigue que el espectador se estremezca gracias al empleo de la cámara lenta y a la creación de tensión mediante el sonido único de los disparos. Muy significativos me parecen dos momentos en torno a su muerte, el ascenso por la magnánima escalera blanca del ayuntamiento, lugar donde será asesinado, que podría considerarse como una metáfora de acceso al cielo, y el plano subjetivo de Harvey en el instante anterior a desplomarse, donde se nos muestra el cartel de la ópera de Puccini, Tosca a la que había asistido el protagonista y que trata temas relacionados con la vida del político: la pasión, la violencia, la intriga.

El mensaje que se debería alcanzar con la película es el de la esperanza; esperanza que poseía Harvey Milk cuando afirmó: “Si una bala entra en mi cerebro que destruya las puertas de todos los armarios”.




El poder del primer plano.
Vanessa Rosa Serafín



En el ring dos pesos pesados de la sociedad de los años 70; en las cuerdas, una cámara que deambula a través de los entresijos de los personajes, cuidadosa para que nada se pierda, y en ocasiones agitada por la acción; un toque documental y unos diálogos tildados de humor.

Frost se oculta bajo corbatas de lunares, fiestas, popularidad, y elegantes mocasines italianos sin cordones; sin embargo, no es más que otro hombre de mirada triste, como Nixon. El director, Ron Howard, ha sabido reflejar la psicología del personaje más allá de la figura de presidente corrupto, y nos topamos con Nixon como un anciano afable, de buen carácter, por el que casi llegamos a sentir lástima y simpatía. Y es gracias a las similitudes que unen a estos dos hombres aparentemente antagónicos, por lo que el dudoso periodista David Frost, sin más apoyo que su propia insistencia, logra desnudar esa capa de mentira y hermetismo, que sin duda hasta el mismo Nixon deseaba romper, simbolizada en sus tradicionales zapatos de cordones, férreamente ajustados. Finalmente, en el último asalto, el presidente queda descalzo y hundido, pero liberado de un peso que doblegaba su espalda, y que callaba a gritos a través de ese sesgo de amargura en la mirada, que asomaba tímidamente cuando saludaba a su pueblo ya perdido.

Hablar de El desafío (2008) es hablar del poder y la gloria perdidos irremediablemente, a través de una vida política que expira su último aliento; y de la gloria alcanzada de forma tan vertiginosa como repentina, un sustancioso golpe de suerte en la historia del periodismo americano.

Desarrollada a partir de angustiosos primeros planos, se trata de una historia de aproximaciones a contraluz, de enfrentamientos cara a cara; no sólo por parte de los protagonistas, sino del espectador. La genialidad del vestuario radica en que pasa a formar parte de la trama, por la perfecta plasmación del carácter de los personajes.

A veces, periodismo y política pueden definirse a través de dos brillantes perspectivas: primerísimos planos de rostros, y enfoques de carísimos zapatos. Ésta es una de ellas.

miércoles, 11 de febrero de 2009

BIENVENIDOS

Bienvenidos al Taller de Crítica Cinematográfica de los alumnos de 5º de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna para la asignatura de TEORÍA DEL CINE.