lunes, 16 de marzo de 2009

Críticas: "Watchmen"


Gatillazo
Candela Armas Acosta

En los últimos años los superhéroes han tenido un gran tirón en el cine: Batman, Spiderman, x-Men, y un largo etc. Pero quizás a sabiendas de eso los directores ya no se esfuercen por hacer buenas adaptaciones. The Spirit fue el principio del fin de este tipo de producciones, y lo corrobora The Watchmen (2008). En principio prometía, pero no cumplió. En esta ocasión, salvo la ambientación y la música, todo es susceptible de ser olvidado como los originales enmascarados.

Comienza con el genial asesinato del comediante, primera y última gran escena de la película; difícil de imaginar si se tiene en cuenta que por delante quedan aproximadamente 160 minutos.

Es la década de los 80 y en plena Guerra Fría se va a desencadenar una guerra nuclear. En este contexto aparece esta nueva generación de vigilantes. Son unos auténticos antihéroes a los que nadie debería de dejar la salvación del mundo en sus manos. Por otro lado el malo es en el fondo una Teresa de Calcuta en busca de la paz y las escasas peleas son una copia de 300. No cabe duda de que no son los esculturales hombres de Leonidas, salvo una excepción: El Dr. Manhattan. Él sí es un superhéroe de verdad capaz de transformar la materia. También prometía y tampoco cumplió, resultó ser una versión sobrenatural de un hippie que se retira a Marte en busca de un mundo mejor.

Incapaz de darle unidad al conjunto de escenas, el director Zack Snyder va a lo fácil y para llamar la atención del público, juega con escenas eróticas y sexo explícito, al mismo tiempo que inverosímil. Lo peor es el matiz de culebrón venezolano que desvela los verdaderos orígenes de la protagonista Silo Spectre.

En definitiva se echa de menos todos aquellos componentes claves para hacer una buena película de superhéroes: superpoderes. Trajes, capas y armas fantásticas. Peleas. Acción. Una batalla que deje sin aliento y un malo malísimo que muera. Un final que nos haga esperar una próxima entrega.


Electricidad estática
Tamara Chandler Batista

Si el movimiento se distinguiese por caminar, Watchmen (2009) lo haría por ir a gatas. Técnicamente destaca en casi todo, desde la fotografía, los efectos especiales y la iluminación, hasta los ángulos cenitales y a vista de gusano. Pero falla a la hora de desarrollar la historia. Muchos caerían en la fácil comparación entre la novela gráfica y el film, pero una película se debe mantener por sí sola, y ésta no lo hace.

Los enmascarados encarnan a los superhéroes, sin poderes, pero muy ágiles y violentos que se ven relegados a meros habitantes de Nueva York por una ley del presidente Nixon, algo que recuerda mucho a Los Increíbles (2004). Se relaciona la historia de los disfrazados con reconocidas obras de arte como La última cena de Da Vinci (1495/97) y la famosa foto de Eisenstaedt, Día V (1945), para situar a los héroes en los puntos de inflexión históricos de la humanidad. El desencadenante de la narración es el asesinato de El Comediante, destapando no sólo una conspiración para acabar con todos los enmascarados, sino una trama de amenaza nuclear contra EEUU (personificado, en este caso, por Rusia, pero que en los periódicos se leía como Afganistán) y todo esto envuelto por los propios problemas “humanos” de los heroicos protagonistas. El Dr Manhattan, el único personaje desarrollado en el film, con poderes sobrehumanos, mantiene el equilibrio entre las dos potencias.

Lo verdaderamente a recalcar de este largometraje, sería el tono totalmente anti-maniqueísta de sus personajes, algo más común en la vida real, y que caracteriza la novela gráfica de Alan Moore. La Banda sonora subraya el ambiente ochentero en que se basa el film, tomando ejemplos tan acertados como 99 Luftballons (1983) de Nena, o tan desacertados como Me and Bobby McGee (1970) de Janis Joplin. Se entiende que es una realidad alternativa, y por ello se tendrá que perdonar los muchos anacronismos que tiene, Nixon entre ellos.

Lo estático del film, más que la electricidad que atraviesa el cuerpo del Dr Manhattan es, el tiempo. La película se ralentiza como las agujas del reloj apocalíptico, haciendo de las escenas infinitas espirales de falsos finales, desembocando en 168 minutos interminables.

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